Crecer junto a un gato (y junto a una mascota en general) no es solo divertido para un niño, sino que es formativo y enriquecedor. Relacionándose con los animales los pequeños aprenden a cuidar de un ser vivo que depende de ellos, a la vez que desarrollan empatía y sociabilidad, valores que le acompañarán toda su vida.
Más allá de las múltiples ventajas para un niño en su convivencia con un gato, en las siguientes líneas veremos un pequeño listado con unas sencillas pautas que un niño debe tener claro para que su relación con su amigo el gato sea la mejor posible.
Por supuesto la comprensión de las "reglas" depende de la edad del niño. Igualmente nosotros como padres somos responsables de supervisar la relación de los animales con los niños para evitar cualquier accidente.
No molestarle cuando está durmiendo. El gato debe disfrutar de un descanso tranquilo. Si está durmiendo no debemos molestarle, jugar con él o abrazarle. De hecho muchos gatos pueden mostrar mal humor y rechazo al ser despertados, e incluso pueden llegar a defenderse pensando que están siendo atacados. Debemos enseñar al pequeño a que despertar a un animal dormido es una falta de respeto, además de un gesto peligroso.
Dejarle comer en paz. El momento de la alimentación es algo muy íntimo para los animales. Muchos gatos se muestran posesivos con la comida y pueden llegar a mostrarse agresivos “defendiendo” su alimento. Otros pueden comer rápidamente pensando en que pueden quitarles su comida, lo que puede provocarle problemas digestivos. Por todo ello es importante dejar a los gatos un espacio apartado para que puedan comer y enseñar a los pequeños que ese espacio no debe ser perturbado cuando están alimentándose.
Respetar su tranquilidad. Muchas veces habrás apreciado que tu mascota se retira de los miembros de la familia buscando un momento de paz. Esa búsqueda de tranquilidad es importante para ellos y debe ser respetada. Enseñemos al pequeño que debe dejar al gato si decide no jugar más y marchar a su rincón preferido.
Acariciarles suavemente. A los gatos les encantan las caricias y las atenciones, pero no llevan muy bien los movimientos bruscos o las caricias enérgicas. Los niños no siempre son delicados manipulando objetos y es importante enseñarles a acariciar al animal con cuidado. Este gesto puede ayudarles también en la vida, porque aprenderán a tratar con delicadeza los objetos frágiles.
No interactuar con todos los animales de la misma manera. Debemos enseñar a nuestros hijos a no interactuar con otros gatos como lo hacen con el nuestro. Es normal para ellos pensar que lo que le gusta a su mascota le gusta a las demás, pero no siempre es así. Igualmente no todos los gatos muestran el mismo nivel de sociabilidad. Lo ideal es enseñar a los pequeños a interactuar con calma con animales que no conozcan y que aprendan a distinguir las señales que los animales trasmiten.
Entender el lenguaje gatuno. El lenguaje de los animales los pequeños lo conocerán conforme más traten con ellos, pero es bueno que nosotros le introduzcamos en la materia. Conociendo las señales que el gato les “lanza” aprenderán cuando pueden jugar o no con ellos, si el gato quiere caricias o busca paz, etc. Todo esto hará que la interacción niño-gato sea más respetuosa y mucho más placentera.