Más allá de la fascinación que los ojos de los gatos ejercen sobre nosotros, los movimientos de sus miradas, su parpadeo o las reacciones de su pupila nos expresan el estado de animo que el animal tiene en ese momento.
En el siguiente artículo vamos a centrarnos en los ojos de nuestras mascotas para, a partir de ellos, descubrir nuevas cosas sobre nuestros grande amigos y sus secretos.
La agudeza visual de los gatos está fuera de cualquier duda. La visión de los gatos es uno de sus sentidos más desarrollados. Sus puplias de geometría variable, por ejemplo, les permiten a los ojos adaptarse automáticamente a la intensidad de la luz.
Su habilidad para percibir y aprovechar cualquier minúsculo rayo de luz les da a los gatos una increíble visión nocturna. Es por ello que a lo largo de la historia se ha ido creando la leyenda de que los gatos pueden ver en la oscuridad.
Otra ventaja de los ojos de los gatos respecto a los de los humanos es su campo de visión ampliado. El suyo es de 285°, mientras que el nuestro es de tan solo 180°. Eso provoca que los gatos puedan ver muy bien también lateralmente, una habilidad esencial para cualquier buen depredador que se precie.
La visión lejana de los gatos también es de las mejores, pudiendo apreciar el más mínimo detalle que ocurra en la lejanía. Por el contrario su visión cercana no es ni de lejos tan buena. Los gatos presentan una ligera presbiopía (vista cansada) que hace que su visión cercana flojee y sea ligeramente borrosa.
Al contrario de lo que rumorean las leyendas sobre su visión de los colores, los gatos no ven el mundo en blanco y negro. Lo ven en colores, pero de una forma sensiblemente diferente a la nuestra. Y es que su paleta de colores se compone principalmente de azul y verde, y no ven el color rojo. Por ello muchos expertos comparan sus ojos con los de un daltónico.
Y una vez que hemos conocido mejor el funcionamiento de los ojos de nuestras mascotas, pasemos a descifrar lo que éstos nos “ocultan”. Las actitudes y sentimientos que los ojos de los gatos expresan muchas veces se acompañan con una comunicación no verbal también de las orejas.
Por ejemplo, un gato tranquilo y relajado presenta unos ojos medio cerrados acompañados de unas orejas inclinadas hacia los lados. Por el contrario, si tiene igualmente los ojos medio cerrados pero los acompaña con unas orejas tumbadas hacia los laterales, lo mejor será no molestarlo durante un rato.
Si tiene los ojos bien abiertos y las orejas estiradas estamos ante un animal que está esperando que juguemos con él. Si tienes las orejas erguidas apuntando hacia delante y las pupilas estrechas, el animal está atento a algo. Por el contrario, si sus pupilas están dilatadas con mucha luz, es que nuestro animal está asustado.