Vivo con cuatro gatas castradas. Las asumí a mi cargo para protegerla de la crueldad que a mi alrededor había. Las alimento, las protego y tengo una cierta comunicación con ellas.
Pero vivo en la parte alta de una casa y las circunstancias no han permitido mi traslado a una casa donde yo les pueda dar un poco más de espacio. A veces me deprimo y pienso si el tenerlas a mi lado, sin libertad, Pudiera ser nocivo para ellas.
Son mi familia y todo lo que se programe en mi vida se hace tomándolas en cuenta como miembros de ella. Glorifico a Dios siempre por haber tomado esa decisión, pero a veces decaigo, debido a la falta de libertad a la cual están sometidas, y pienso, jamás abandonarlas, pero si hice lo correcto.