Siete meses con sus noches y sus días permanecí en la casa de mi hermana cuándo la gatita
ya no volvería.
Aquella casa estaba llena de sus recuerdos,mi habitación erá también la suya pues allí
estaban sus cosas:su camita,sus mantitas,sus juguetes,erá la habitación de la casa que
más le gustaba y ella dormía conmigo, en aquél escritorio que encima tenía su camita,
yo le había confeccionado cómo un sillón pequeño cerca de la ventana,para que ella pudiera
contemplar los pájaros de la mañana y en la noche las luces de las casas las miraba embelesada
y cuándo había luna llena recuerdo su mirada hacía aquella luminosa esfera que seguro le hacia
soñar con mundos de fantasía.
Solía estar casi siempre a mi lado cuándo yo recogía la cocina y vaciaba y llenaba el
lavavajillas y me daba toques con sus patitas cómo si quisiera ayudarme,y cuándo limpiaba
el suelo le colocaba su sillita de anea para que se subiera y allí sentada me observaba,
yo no quería que se mojara sus patitas.
Cuando me ausentaba de la casa,siempre me esperaba encima del escritorio,yo cuándo entraba por
la puerta preguntaba por la gatita "¿dónde esta la Kuini?",aunqué yo sabía dónde estaba y allí
acudía y la llenaba de besos su cabezita diciéndola palabras lindas y ella remolona y perezosa
se dejaba acariciar y cómo buen gato cuándo mis zalamerias ya la cansaban me gruñia y salía
corriendo,erá su forma de invitarme a jugar.
He vivido en su ausencía las noches y días más tristes de mi vída,ante tanta pena solo me
quedaba rezar y pedir perdón para no molestar su descanso eterno por mi dolor.
Porque allá dónde esté quiero que sea féliz y que me la cuiden cómo yo tanto la cuidé, y solo
me queda la esperanza de volverla a encontrar en ese lugar dónde se encuentran de nuevo los
que se amaron de verdad.