Éste es Moni, y tanto él como su hermana tienen una triste historia. Llevan con nosotros unas semanas, desde que los rescatamos de la calle hambrientos porque habían envenenado a su mamá.
A nosotros solo nos tranquiliza pensar que esa gente acabará teniendo lo que se merece.
Eran cuatro hermanitos pequeñajos y débiles, y lo pasamos realmente mal cuando dos de ellos, después de toda nuestra dedicación, no consiguieron superarlo. Hemos tenido que sacar fuerzas de donde no las había para seguir luchando por ellos, puesto que su mamá no se merece otra cosa.
Moni recibe su nombre porque cuando era mucho más bebé, tenía una carita de monito para comérselo.
Ahora, recuperado del todo, se pasa el día jugueteando con su hermanita. Ya intenta dar pequeños saltitos a las sillas para verlo todo mejor. A veces le gusta descansar, pero su hermana le agobia dándole mordiscos en la barrigona y tiene que aguantarse el pobre, porque se quieren muchísimo.
Estos hermanos se merecen algo muy bueno en la vida.
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